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Muerte de Sócrates
(detalle) David - 1787 |
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Aporías de zenón
O paradojas de Zenón. Argumentos presentados por Zenón de Elea para
demostrar el carácter absurdo de la creencia en el movimiento y la
multiplicidad y de ese modo defender las tesis de su maestro Parménides.
Aporía: del griego aporía (“paso impracticable”, “camino sin salida”). Con
el término aporía nos referimos a la situación que se crea cuando un
problema carece de solución o da lugar a conclusiones absurdas.
Zenón de Elea (s. V. a. C.), discípulo de Parménides, defendió las tesis
de su maestro presentando una serie de argumentos que mostraban el
carácter absurdo de las tesis del movimiento y de la multiplicidad del
ser. Aristóteles lo consideró el inventor de la dialéctica. Su método
consistió en lo que ahora llamamos la demostración indirecta o reducción
al absurdo: demostración indirecta de una tesis mediante la reducción al
absurdo de la tesis contraria.
Parece que Zenón presentó cerca de cuarenta paradojas, aunque las más
conocidas son las que van contra la hipótesis de la pluralidad de los
entes y la hipótesis del movimiento. Aristóteles presentó y criticó estas
últimas en el libro VI de su Física. Las paradojas más celebres son la de
“Aquiles y la tortuga” y la de “El corredor en el estadio”:
Argumento de Aquiles y la tortuga
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A: Aquiles T: Tortuga
t0, t1,
t2,
t3,
... : tiempo 0 o salida, tiempo 1, tiempo 2, tiempo 3, ... |
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El más rápido de los hombres, Aquiles, no podrá alcanzar nunca al más lento
de los animales, la tortuga, si en una carrera se da a ésta una ventaja
inicial: supongamos que Aquiles le da a la tortuga una ventaja de 100
metros. Para facilitar la comprensión pongamos que Aquiles sólo corre diez
veces más rápido que la tortuga; en el t0 Aquiles está en la salida y la
tortuga a 100 metros; en el t1 (pongamos que 15 segundos) Aquiles recorre
100 metros y la tortuga 10; en el t2 (que es 1/10 de t1 = 1,5 segundos)
Aquiles llega al punto en el que antes estaba la tortuga y ésta recorre 1
metro; en el t3 (que es 1/10 de t2 = 0,15 segundos) Aquiles recorre este
metro pero la tortuga recorre un decímetro; y así sucesivamente. La
estrategia del argumento consiste en considerar los tiempos cada vez más
pequeños, precisamente en la proporción en que Aquiles le aventaja a la
Tortuga en velocidad (1/10), de este modo, aunque en tiempos y en distancias
cada vez más pequeñas (una décima parte en cada tiempo considerado) Aquiles
nunca alcanzará a la Tortuga, y así la tortuga irá llevando la ventaja hasta
espacios infinitamente pequeños. Recorrer un número infinito de puntos
parece suponer, por tanto, recorrer un tiempo infinito. Aquiles no podrá
alcanzar jamás a la tortuga aún cuando, evidentemente, se vaya aproximando
infinitamente a ella.
El corredor en el estadio
El corredor en el estadio nunca alcanzará
su meta: antes de alcanzar el extremo del estadio debe alcanzar su mitad, y
antes aún, la mitad de la mitad, y así hasta el infinito, aunque en cada
tiempo la distancia sea cada vez más pequeña.
Aunque Zenón no presenta la siguiente
paradoja, cabría argumentar del mismo modo en contra de la imposibilidad del
tiempo (algo que parece ya rematadamente absurdo): por desgracia, el lector
nunca acabará de leer el libro que tiene en sus manos: pongamos que le
quedan diez horas de lectura; para que ésta concluya, antes debe transcurrir
la mitad de ese tiempo (cinco horas), pero antes la mitad de esta mitad (dos
horas y treinta minutos), y antes aún la mitad de la mitad de la mitad (una
hora y cuarto), y así hasta el infinito.
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TEXTOS PRESOCRÁTICOS-SOFISTAS-SÓCRATES
Zenón de Elea
utilizó sus extraños argumentos (aporías o paradojas) en la
defensa de las tesis de su maestro Parménides, tesis que
concebían de forma abstracta al Ser como lo ingénito, eterno,
inmutable, uno y continuo.
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(El
Ser) no ha sido ni será en cierto momento, pues es ahora todo a
la vez, uno, continuo. Pues, ¿qué nacimiento le buscarías?.
¿Cómo, de dónde habría nacido?. Ni de los No-ente permitiré que
digas o pienses; pues ni expresable ni concebible es que no
es... Pues, ¿qué necesidad a nacer antes o después le impulsaría
si procediese de la Nada?. Así, es necesario que sea
absolutamente o no. Pero tampoco permitirá la fuerza de la
verdad que lo No-ente nazca algo a su lado. Por ello ni que se
engendre ni que perezca permite la justicia relajando las
cadenas, sino que las mantiene firmes... ¿Cómo podría perecer
entonces lo Ente?. ¿Cómo podría nacer?. Pues si ha nacido no es,
ni si ha de ser alguna vez. Por tanto queda extinguido el
nacimiento e ignorada la destrucción.
Simplicio,
Fís. 145,1 (Kirk y Raven, Los Filósofos Presocráticos, Editorial Gredos)
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© Javier Echegoyen Olleta
Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 1: Filosofía
Griega. Editorial Edinumen.
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