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Muerte de Sócrates
(detalle) David - 1787 |
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Intelectualismo moral
Teoría moral para la que la conducta moral sólo es posible si descansa en
el conocimiento del bien y la justicia. Todos los filósofos griegos
defienden en mayor o menor medida el intelectualismo moral pero sin duda
el representante más destacado de este punto de vista es SócrateS.
La tesis esencial del intelectualismo moral es la siguiente: la
experiencia moral se basa en el conocimiento del bien. Sólo si se conoce
qué es el bien y la justicia se puede realizar el bien y la justicia.
Sócrates hace las siguientes consideraciones a sus conciudadanos: cuando
uno de vosotros está enfermo no propone una votación entre los miembros de
la familia para establecer qué remedio es adecuado para curar la
enfermedad: ocurre más bien que llama al médico y se somete a su juicio y
recomendaciones; cuando un ejército quiere derrotar al enemigo no se
realiza una consulta popular para establecer el modo de atacar, es el
estratega quien decide el modo de dirigir a los soldados y plantear las
batallas; cuando queremos levantar un edificio no hacemos una votación
para decidir el modo de construirlo, dejamos que sea el arquitecto quien
imponga su criterio. Y pregunta a continuación Sócrates: ¿Por qué cuando
se trata de lo más importante de todo, que es el bien de la ciudad y las
leyes que son adecuadas para la convivencia entre los ciudadanos, dejamos
que todo el mundo opine y nos sometemos a la mayoría y no llamamos a aquél
que sabe?
Para el intelectualismo moral los asuntos morales y políticos tienen que
ser cosa de expertos. Esta propuesta socrática puede dar lugar a
interpretaciones políticas antidemocráticas y elitistas (como, por cierto,
se ve claramente en la filosofía política de su discípulo Platón).
El punto de vista de Sócrates está viciado por cierta ambigüedad: cuando
Sócrates pide que a la base de la moral y la política se encuentre el
conocimiento ¿a qué conocimiento se refiere? Podemos distinguir entre el
saber hacer algo y el saber en qué consiste ese algo. Por ejemplo, el
artista sabe hacer belleza, pero es muy posible que no sepa en qué
consiste la belleza, ni qué pasos concretos hay que seguir para
alcanzarla. El primer tipo de saber es un saber entendido como destreza
(bien sea corporal o espiritual) para la realización de algo, y el segundo
tipo es un saber entendido como conocimiento explícito y consciente de
algo (como ocurre por ejemplo en la ciencia). Es fácil observar que estas
dos formas de saber no tienen que ir necesariamente unidas, así el
historiador y el crítico del arte pueden saber explícitamente muchas cosas
relativas a la belleza, pero es muy posible que no sepan crear arte ni
belleza. Parece ser que Sócrates pedía un conocimiento del segundo tipo
como garantía de las acciones buenas y justas. De ahí la confusión que
creaba en sus interlocutores cuando les preguntaba por una definición de
aquello para lo cual se les suponía expertos.
Nuestras convicciones vulgares parecen contrarias al intelectualismo moral
pues creemos que alguien puede saber que algo está mal y sin embargo
realizarlo. Para el intelectualismo moral la perfección moral es una
consecuencia de la perfección del intelecto o razón; sin embargo otros
autores como Aristóteles se acercarán más al punto de vista corriente al
considerar que el conocimiento no es condición suficiente para la conducta
justa y buena. Este autor pondrá como fundamento de la práctica moral la
perfección de la voluntad más que la perfección del intelecto: la conducta
buena no depende tanto del conocimiento como de la disciplina de la
voluntad en la realización de las acciones justas. Así, desde el punto de
vista de Aristóteles y en contra del intelectualismo moral, cabe concluir
que seguramente para ser justo es necesario saber realizar la justicia,
pero aquí esta palabra no designa un conocimiento explícito y teórico de
la justicia sino la posesión de una habilidad o disposición para la
realización de acciones justas.
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TEXTOS PRESOCRÁTICOS-SOFISTAS-SÓCRATES
En el diálogo
Menón, Platón investiga qué es la virtud y cómo la
podemos adquirir. En una de sus intervenciones, Sócrates
le muestra a Menón que las personas nos movemos siempre teniendo
como horizonte de nuestra acción el bien, presentando brevemente
su teoría ética del intelectualismo moral.
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Sócrates:
¿Hay unos que desean las cosas malas y otros que desean las
cosas buenas? ¿No te parece, distinguido amigo, que todos desean
las cosas buenas?
Menón: No, no me lo parece.
Sócrates.: ¿Hay, entonces, quienes desean las cosas malas?
Menón: Sí.
Sócrates: ¿Pero dices que pensando que las cosas malas son buenas o
que, incluso conociendo que son malas, sin embargo, las desean?
Menón: Me parece que en los dos sentidos.
Sócrates: ¿A qué llamas desear? ¿A que algo llegue a ser de uno?
Menón: A que llegue a serlo, ¿a qué si no?
Sócrates: ¿Pero pensando que las cosas malas benefician a aquel a
quien le llegan o sabiendo que las cosas malas perjudican a
aquel a quien se dan?
Menón: Hay quienes piensan que las cosas malas benefician, y hay
quienes saben que perjudican.
Sócrates: ¿Te parece que saben que son malas las cosa malas quienes
creen que las cosas malas benefician?
Menón: No, eso no me lo parece en absoluto.
Sócrates: Luego es claro que ésos no desean las cosas malas, esos que
las desconcen como tales, sino que desean las que piensan que
son buenas, aunque ellas son malas. Así que los que las
desconcen y creen que son buenas, es evidente que desean las
cosas buenas, ¿verdad?
Menón: Probablemente es así.
Sócrates: Pues ¿qué? ¿Es que los que desean las cosas malas, como
dices, pensando que las cosas malas perjudican a aquel a quien
llegan, saben seguro que serán perjudicados por ellas?
Menón: Necesariamente.
Sócrates: ¿Pero es que no creen que los que son perjudicados son
desdichados en la medida misma en que son perjudicados?
Menón: También esto es necesario.
Sócrates: ¿Y es que a los desdichados no les va mal?
Menón: Yo creo que sí.
Sócrates: ¿Hay, entonces, alguien que quiera ser desdichado y quiera
que le vaya mal?
Menón: No lo creo, Sócrates.
Sócrates: Luego no quiere nadie las cosas malas, Menón, a no ser que
quiera ser él mismo malo. Pies ¿qué otra cosa es ser desdichado,
sino desear las cosas malas y conseguirlas?
Platón,
Menón o sobre la virtud
(Mare Nostrum Comunicación. Traducción: Miguel García-Baró)
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© Javier Echegoyen Olleta
Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 1: Filosofía
Griega. Editorial Edinumen. |
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