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Muerte de Sócrates
(detalle) David - 1787 |
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Ascetismo, Ascética
Propuesta moral de renuncia a los placeres y apetitos corporales con el
fin de purificar o elevar el alma del mundo corporal o sensible al mundo
espiritual. Encontramos esta propuesta en la religión órfica, el
pitagorismo, Platón y en gran medida en el cristianismo.
Aunque en el mundo griego antiguo estos términos se utilizaban para
designar los ejercicios físicos preparatorios del gimnasta anteriores a
una competición deportiva, pronto se les dio una significación moral e
incluso religiosa. Platón, siguiendo la propuesta pitagórica y órfica,
defiende la ascesis entendida como la liberación del alma de todas las
urgencias y pasiones corporales para así elevarse hasta la auténtica
realidad o mundo de las Ideas. Desde un punto de vista más limitado a la
esfera moral, los estoicos la entendieron como la abstinencia de las
reclamaciones corporales, abstinencia necesaria para el autodomino y la
felicidad. Con el cristianismo, sin embargo, la ascesis tiene ya una
dimensión más claramente trascendente: es la práctica que culmina en la
unión mística con Dios, para lo que se recomienda la vida virtuosa, la
oración, la meditación y, en muchos casos, la mortificación física.
El ascetismo considera que el hombre está escindido en dos partes
distintas, opuestas, y que mantienen una relación hostil: el cuerpo y el
alma. Considera el alma como lo más propio del hombre, dado su origen y
destino sobrenatural. El cuerpo, sus pasiones, necesidades y deseos
perturba y ensucia el alma, por lo que el alma precisa de una
purificación. Generalmente el ascetismo propone una vida de rigor moral
que busca controlar dichos deseos y pasiones (renuncia a la práctica
sexual, moderación en la comida, dietas y prohibiciones varias en la
alimentación, renuncia a la ostentación de la belleza corporal...). La
vida en el mundo del espíritu se puede completar también con la práctica
religiosa y el desarrollo del conocimiento. Este último punto lo
encontramos por ejemplo en Platón, para el cual la práctica de la
filosofía es una forma de ascesis, de separación del alma del cuerpo.
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TEXTOS PRESOCRÁTICOS-SOFISTAS-SÓCRATES
Platón
fue uno de los principales defensores del ascetismo o
purificación como disposición necesaria para la perfección del
hombre y el cumplimiento de su destino no-natural.
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—Si esto es así, mi querido Simmias, todo hombre que
llegue a verse en la situación en que yo me hallo, tiene un gran
motivo para esperar que allá, mejor que en otra parte, poseerá
lo que con tanto trabajo buscamos en este mundo; de suerte que
este viaje, que se me ha impuesto, me llena de una dulce
esperanza; y hará el mismo efecto sobre todo hombre que se
persuada, que su alma está preparada, es decir, purificada para
conocer la verdad. Y bien; purificar el alma, ¿no es, como antes
decíamos, separarla del cuerpo, y acostumbrarla a encerrarse y
recogerse en sí misma, renunciando al comercio con aquel cuanto
sea posible, y viviendo, sea en esta vida, sea en la otra, sola
y desprendida del cuerpo, como quien se desprende de una cadena?
—Es cierto, Sócrates. —Y a esta libertad, a esta separación del alma y del cuerpo, ¿no
es a lo que se llama la muerte? —Seguramente. —Y los verdaderos filósofos, ¿no son los únicos que
verdaderamente trabajan para conseguir este fin? ¿No constituye
esta separación y esta libertad toda su ocupación? —Así me lo parece, Sócrates.
—¿No sería una cosa ridícula, como dije al principio, que
después de haber gastado un hombre toda su vida en prepararse
para la muerte, se indignase y se aterrase al ver que la muerte
llega? ¿No sería verdaderamente ridículo? —¿Cómo no? —Es cierto, por consiguiente, Simmias, que los verdaderos
filósofos se ejercitan para la muerte, y que esta no les parece
de ninguna manera terrible. Piénsalo tú mismo. Si desprecian su
cuerpo y desean vivir con su alma sola, ¿no es el mayor absurdo,
que cuando llega este momento, tengan miedo, se aflijan y no
marchen gustosos allí, donde esperan obtener los bienes, por que
han suspirado durante toda su vida y que son la sabiduría, y el
verse libres del cuerpo, objeto de su desprecio? ¡Qué! Muchos
hombres, por haber perdido sus amigos, sus esposas, sus hijos,
han bajado voluntariamente a los infiernos, conducidos por la
única esperanza de volver a ver los que habían perdido, y vivir
con ellos; y un hombre, que ama verdaderamente la sabiduría, y
que tiene la firme esperanza de encontrarla en los infiernos,
¿sentirá la muerte, y no irá lleno de placer a aquellos lugares
donde gozará de lo que tanto ama? ¡Ah!, mi querido Simmias; hay
que creer que irá con el mayor placer, si es verdadero filósofo,
porque estará firmemente persuadido de que en ninguna parte,
fuera de los infiernos, encontrará esta sabiduría pura que
busca. Siendo esto así, ¿no sería una extravagancia, como dije
antes, que un hombre de estas condiciones temiera la muerte?
Platón,
Fedón o del alma (Biblioteca Filosófica. Obras completas de Platón. Tomo 5.
Traducción: Patricio de Azcárate)
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© Javier Echegoyen Olleta
Edición en papel:
Historia de la Filosofía. Volumen 1: Filosofía
Griega. Editorial Edinumen.
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